
Habiendo nacido en una familia muy pobre, la niñez de Susana Navarro transcurrió en un campamento. Su casa tenía piso de tierra y ellos usaban un baño común. Sin embargo, a pesar de la miseria ambiental, la presencia permanente de su madre en el hogar fue, para ella y su hermano, una verdadera bendición, especialmente porque les inculcó desde chicos el deber y la responsabilidad frente al estudio. También su papá, que trabajaba como nochero, reforzaba este principio proveyendo a los niños de un elemento indispensable para hacer las tareas: el papel, que se conseguía en un banco.
Así, gracias al esfuerzo y apoyo de su familia, sumados a una gran disciplina personal, Susana logró realizar su sueño y recibirse como profesora de Educación Básica con especialidad en Ciencias. Una labor cotidiana que ella ama “por sobre todas las cosas” y por la cual recibió el Premio Mujer Impacta el 2013, siendo ya directora de la Escuela Presbiteriana El Salvador, en San Gregorio, establecimiento que fue reconocido por el Mineduc como una de las 25 escuelas con menor acoso escolar dentro de las 11.000 que funcionan en el país. Además, como resultado del perseverante trabajo de Susana, de su equipo y del apoyo incondicional de su familia, el Simce 2012 la ubicó con 20 puntos por sobre las otras del mismo segmento socioeconómico… y la segunda con mejor promedio en la Región Metropolitana.