Catalina Cabrera es asistente social y maestra de artes marciales (karate do), área en la que trabaja voluntariamente en varias ciudades del norte más norte del país, ofreciendo clases gratuitas de defensa personal a mujeres y adultos mayores que han sido víctimas de violencia. Ella imparte los talleres en recintos que le prestan algunas juntas de vecinos o, también, determinados colegios que se involucran en el tema. Sin embargo, cuando no consigue un espacio ad hoc, profesora y alumnos se instalan en la playa, con el mar al frente y teniendo por techo nada menos que el aire puro y el despejado cielo de Arica, donde vive. Desde luego, Catalina entrena también a hombres, pero a ellos les cobra su aprendizaje, porque ha tenido que pasar por inusitadas experiencias para llegar adonde está, dándole duro a un trabajo que ha desarrollado desde hace años en forma anónima: como bien lo expresa ella misma al rebobinar el tiempo, ha tropezado con un montón de piedras,” incluso empujado rocas” en el logro de su objetivo.