Ana nació en Caracas, pero hace más de 5 años llegó a Chile producto de la crisis migratoria. Es licenciada en educación musical y tiene un magíster en Gestión de Políticas Culturales por la Universidad Central de Venezuela.
Llegó a Chile el 2015 y comenzó a trabajar como recepcionista en una academia de arte en Ñuñoa. Se sentía afortunada, ya que en menos de 15 días había conseguido trabajo, pero también la entristecía no poder ejercer en lo que realmente le apasionaba: la educación, la música y el arte.
A diario se encontraba con filas de inmigrantes con sus currículums impresos buscando dónde enseñar, de los cuales menos del 10% lograba encontrar trabajo.
Fue así como en 2017 nace la “Fundación Música para la Integración”, cuyo objetivo es ir al rescate del artista inmigrante a través de la música, además de entregar ayuda social y desarrollo formativo.